La exclusión de las mujeres en el uso de recursos energéticos, es un nuevo parámetro para hablar de la situación permanentemente limitada que soportan sobre todo en países de América Latina…

 

EDICIÓN 123 | 2023

ENERGÍABolivia

 

La energía es un componente esencial de la vida diaria, desde la movilización física y motriz hasta la preparación de alimentos y la manufactura. Por lo tanto, el tipo y cantidad de energía que se utiliza depende de la actividad o trabajo que se esté realizando en un momento determinado.

 

En género y energía se pueden identificar dos dimensiones de análisis, la primera son las necesidades básicas y la segunda es la participación económica. En el primer caso se identifica la exclusión de las mujeres en el uso de los recursos energéticos. En el segundo caso se estudia la exclusión de las mujeres como sujetos económicos del sector energético en el mercado laboral.

 

Los papeles socialmente asignados tanto a hombres como a mujeres están directamente vinculados con el acceso y uso que cada uno le da a la energía. Esto a la vez implica que mujeres y hombres podrían necesitar soluciones energéticas diferentes (tecnologías, capacitación y conocimiento, oportunidades de financiamiento) para alcanzar una situación más igualitaria (OLADE, 2014).

 

LA POBREZA ENERGÉTICA

 

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, la pobreza energética es “la incapacidad de cocinar con combustibles de cocción modernos y la ausencia de un mínimo esencial de iluminación eléctrica para leer o para otras actividades productivas y del hogar al ponerse el sol”.

 

Hacia 2016, México contaba con aproximadamente 11.093.000 hogares en pobreza energética, lo que representaba el 36,7% del total de los hogares (García-Ochoa y Graizbord, 2016).

 

En las encuestas realizadas se consideraron los siguientes bienes económicos bajo pobreza energética, listados de mayor a menor privación: privación de confort térmico, refrigerador eficiente, estufa de gas o eléctrica, calentamiento de agua, entretenimiento e iluminación.

 

“El involucramiento de las mujeres en el desarrollo y manejo de proyectos de electrificación rural no había sido parte integral del desarrollo de proyectos y programas de electrificación rural…”

 

 

Para sobrepasar el umbral de pobreza energética, el estudio considera que se necesitan al menos dos bienes económicos más de los ya mencionados arriba. El mismo estudio indica que hay aproximadamente 3.898.000 hogares en el país sin acceso a la electricidad o que usan leña o carbón para cocinar alimentos. Estos resultados se resumen en el diagrama IV.1.

 

Debido a las desigualdades económicas, sociales, culturales y geográficas que existen a lo largo del territorio nacional, se hizo una caracterización espacial de la pobreza energética distinguiendo seis grupos de estados con base en clima y nivel de rezago social, y número de bienes económicos con que se cuentan actualmente, entre otros factores (véase el mapa IV.1 que muestra la distribución de estos grupos). Se observa que los estados de Chiapas, Guerrero y Oaxaca tienen el mayor índice de rezago social y el nivel de pobreza energética más alta del país.

 

 

Los grupos con estados en regiones con climas templados y que no requieren confort térmico presentan otras características, ya que esta no es una necesidad básica humana. Se tiene el caso contrario en estados en regiones con climas cálidos donde se requiere confort térmico. Los resultados se ilustran en el mapa IV.1

ELECTRIFICACIÓN, ENERGÍA Y DESARROLLO

 

Existe una relación directa entre electrificación, fuentes de energía y desarrollo. En el sector rural la fuente principal de energía para cocción de alimentos y calefacción es la leña. En algunos casos, la leña también se utiliza para iluminación, como complemento de otras fuentes como keroseno, ocote, candelas y linternas, y para familias con mayores ingresos económicos, generación a base de diésel, todas fuentes contaminantes y de menor eficiencia energética (García-Ochoa y Graizbord, 2016).

 

La recolección de leña (biomasa tradicional) recae principalmente en las mujeres e infantes, lo que ocupa gran parte de su tiempo, en detrimento de otras actividades del hogar y de carácter personal. Además, la recolección de leña también puede poner a las mujeres y niños en riesgo ya que durante la recolección son vulnerables a accidentes y agresiones de diversa índole, y durante su uso son expuestas al humo constante.

 

Lo que se busca entonces es reducir los índices de pobreza energética al lograr la cobertura de los bienes económicos listados mediante fuentes limpias, confiables y eficientes de energía, beneficien la salud y la economía de todos los miembros de la familia en equidad de condiciones.

 

El involucramiento de las mujeres en el desarrollo y manejo de proyectos de electrificación rural no había sido parte integral del desarrollo de proyectos y programas de electrificación rural hasta hace aproximadamente diez años, cuando se empezaron a crear grupos de mujeres, enfatizando así la importancia que tienen como usuarias principales de la energía en el hogar.

 

La formación de grupos, comités o asociaciones de mujeres comunitarias se convierte en un requisito para el desarrollo de proyectos de energización por parte de organizaciones multilaterales, internacionales, donantes bilaterales y organizaciones no gubernamentales.

 

Actualmente, la formación e involucramiento de grupos de mujeres se ha convertido de un requisito a un componente integral de los proyectos desde su concepción y socialización. En diferentes zonas rurales, los grupos, asociaciones o comités de mujeres tienen una participación importante y con poder de toma de decisiones dentro de las operaciones de los proyectos y usos productivos asociados.

 

 

ENERGÍA VERDE INCLUSIVA

 

El Foro Latinoamericano denominado “Acceso a Energía Verde e Inclusiva: el reto de todos”, realizado en Lima, Perú, en noviembre de 2019, incluyó un panel con usuarias de proyectos de electrificación rural.

 

Las lideresas comunitarias describieron con orgullo el papel que juegan en el éxito de sus respectivos proyectos y sus conocimientos en temas de energía (tanto electrificación rural como uso de estufas eficientes de cocción) y usos productivos.

 

Para ellas lo más importante ha sido el empoderamiento y han demostrado que pueden contribuir al proyecto y a sus comunidades como emprendedoras y lideresas, además de brindar una mejor calidad de vida y desarrollo a sus hijos y familias. Además, enfatizan la importancia del involucramiento de las mujeres en estos temas para disminuir y evitar los abusos en temas de género y justicia que han sufrido por falta de servicios energéticos.

 

Las lideresas son parte de grupos de mujeres de proyectos de Quiché y Huehuetenango (Guatemala), Guanacaste (Costa Rica) y Cajamarca (Perú). Otros proyectos de electrificación rural, ya sea a través de paneles solares o micro hidroeléctricas, han contado con grupos de mujeres involucradas en diferentes aspectos.

 

En algunas comunidades se requiere la participación de una mujer en la junta directiva del respectivo comité o asociación, mientras que en otros se forman grupos de mujeres para impulsar algún uso productivo específico. Si bien muchas mujeres expresan temor a participar y a ser escuchadas al inicio de los proyectos, posteriormente se dan cuenta del valor de su participación.

 

 En algunos casos, el temor a participar deriva del contexto social en el que el hombre se involucra en proyectos, por lo que en algunos casos, la participación de la mujer conlleva una socialización previa con miembros de la familia y la comunidad.

 

Lo que se busca entonces es reducir los índices de pobreza energética al lograr la cobertura de los bienes económicos listados mediante fuentes limpias…”

 

 

Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Mujeres y energía (LC/MEX/TS.2020/7), Ciudad de México, 2020.

Facebook
Twitter
LinkedIn
Energía Bolivia

FREE
VIEW