El coloquio Biotecnología y recesión 2020, puso en evidencia que el debate alrededor de los distintos usos biotecnológicos en Bolivia no está normado, que hay mucha especulación e incertidumbre sobre un debate que además se mantiene fuertemente ideologizado…

 

  EDICIÓN 86 | 2020


Vesna Marinkovic U.

 

L a biotecnología en general ha de mostrado un significativo potencial para enfrentar las consecuencias del cambio climático, apoyar a mejorar la eficiencia de la agricultura y, a partir de ello, el crecimiento económico y las políticas dirigidas a combatir a la pobreza, tanto en América Latina como en el resto del mundo, dicen los expertos vinculados a esta aplicación que utiliza sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos de acuerdo a lo que señala Naciones Unidas desde 1992.

 

En este marco, los países con un desempeño notable a nivel de inversiones en recursos humanos y financieros, para el desarrollo de la biotecnología como Brasil, México y Argentina, han implementado una interesante capacidad en términos del número de tecnologías que dominan. Sin embargo, Colombia, Chile, Costa Rica, Perú y Uruguay, con innovación intermedia, también presentan un importante desempeño a nivel de desarrollo biotecnológico.

 

Bolivia, en cambio, junto a Paraguay, Ecuador y República Dominicana, tiene una capacidad de innovación biotecnológica convencional deficiente. Lo corroboró Gabriela Rivadeneira Caballero, en el webinar de ENERGÍABolivia realizado con el objetivo de constatar si a partir de la biotecnología se podía pensar en enfrentar la reactivación económica del país, en el marco de la recesión, producto de la pandemia que aqueja al planeta.

 

Si bien Rivadeneira considera que en Bolivia hay un buen desempeño a nivel investigativo, reconoció la existencia de un vacío normativo que dificulta el desarrollo biotecnológico que, por el momento, no ha abandonado el terreno de opiniones pendulares entres quienes lo defienden y lo critican argumentando que este necesariamente pasa por quemar bosques y la deforestación de los mismos, como uno de sus efectos más cuestionados más allá de la incertidumbre sobre los efectos de algunos de los usos biotecnológicos en la salud de la población a nivel mundial.

 

USOS BIOTECNOÓGICOS

 

El coloquio de la revista ENERGÍABolivia, bajo el título Biotecnología y recesión 2020, abordó tres de los cinco usos biotecnológicos que existen al momento para analizar de qué manera estos pueden convertirse en una oportunidad para enfrentar las dramáticas consecuencias del cambio climático; una posibilidad para mejorar la productividad del agro y, en este marco, hacer más sostenible la economía del país y convertirse, también, en una oportunidad para enfrentar la crisis en el sector de los hidrocarburos, agudizada por la pandemia.

 

Dentro de esta perspectiva, se arrancó remarcando que la biotecnología es aquella aplicación que utiliza sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos de acuerdo a lo que señala Naciones Unidas desde 1992 y se precisó que hay cinco usos biotecnológicos.

 

El coloquio se limitó a considerar la biotecnología blanca, dirigida a producir combustibles renovables como los biocombustible; la biotecnología verde que explota la agricultura y por lo tanto también los organismos genéticamente modificados (OGM) como los transgénicos, considerada la parte más controvertida del abanico biotecnológico; y, la biotecnología gris, que está vinculada fundamentalmente a temas medioambientales en la medida que se dedica a retirar factores contaminantes promovidos tanto por metales pesados como por hidrocarburos.

 

Para hablar de este tema y sus derivaciones en un momento complejo de reseción económica, como el que precisamente ofrece la pandemia, la revista invitó a Miguel Dabdoud Paz, Ph en química orgánica, investigador y profesor universitario de biocombustibles en Brasil; a Alan Bojanic, representante de FAO Colombia; y, a Gabriela Rivadeneira Caballero, máster en agrobiotecnología de la universidad de Salamanca, España y bióloga de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno.

 

BIOTECNOLOGÍA BLANCA

 

Consultado sobre este uso biotecnológico a nivel global, en la región y de manera particular en Bolivia, Dabdoub Paz dijo que la agricultura energética posibilita, en efecto, la producción de combustibles líquidos que pueden venir a sustituir por ejemplo la gasolina, el jet fuel y también el diésel, acotando que el biodiesel, generado a partir de la soya u otras plantas, es un biocombustible que está creciendo en Europa y también en América del Sur a partir de la instalación de plantas en Brasil y también en Paraguay para sustituir el diésel, como una clara aplicación de la biotecnología al área de los combustibles.

 

En esta línea, destacó el gran potencial de la agricultura para la producción de biocombustibles remarcando la importancia de la caña de azúcar y sus derivaciones como el bagazo, en la producción de etanol y otros tipos de diésel, en la línea de iniciar la diversificación de la matriz energética incluso en países como Bolivia, con una clara vocación hidrocarburífera.
Dijo, al respecto, que la atención del gobierno de Evo Morales a los biocombustibles se generó ante la comprobación de problemas de producción de hidrocarburos, ausencia de inversión en la exploración y el declive de los pozos gasíferos ya existentes que hizo prever una crisis a futuro para los hidrocarburos que obligó a repensar la historia del etanol en Bolivia.

 

En relación a si la producción de biocombustibles está en una situación de vulnerabilidad a propósito de la crisis de los precios de los hidrocarburos, como refieren algunos reportes de prensa, Dabdoub dijo que “la vulnerabilidad ocurre en lugares y en países donde no hay una política de apoyo de incentivo adecuada”, y que esta continua con un programa sólido, nombrando a Brasil como un referente en la región e incluso para que Estados Unidos continúe con su producción agroenergética.

 

Sobre el precio de los biocombustibles en Bolivia, dijo que este era un tema “aun no comprendido” y que al fijarlo había que pensar en lo estratégico que resulta para la soberanía energética, sin mencionar si era necesario subvencionarlos, como se puso en evidencia en varias de las negociaciones que continúan abiertas entre el gobierno boliviano y el sector agroindustrial, dedicado a la producción de etanol.

 

BIOTECNOLOGÍA GRIS

 

“Hace poco organizamos el Congreso internacional de biotecnología Bolivia innova, con investigadores bolivianos que están en el país y otros que están afuera y constatamos un importante avance especialmente vinculado a la biotecnología gris, a partir de avances en el uso de microorganismos para bioremediación en el área de hidrocarburos y todo lo que significa microorganismos para biodegradación, a cargo de las universidades de San Andrés de La Paz y San Simón de Cochabamba”, dijo Rivadeneira.

 

Agregó que este evento también logró consolidar la idea de que Bolivia tiene una variedad significativa de ecosistemas extremos como es el caso de las lagunas alrededor del salar de Uyuni y el propio salar de esta región salina en Potosí. Sin embargo, lamentó que el evento hubiera corroborado situaciones complicadas de contaminación, a partir de derrames de hidrocarburos especialmente en la zona del Aguarague. Lamentó que el tema sensible dentro de esta problemática sea la ausencia de una normativa clara al respecto, observando la falta de políticas públicas y jurídicas que puedan acompañar el fortalecimiento de la biotecnología en Bolivia.

 

“Entonces, uno de los grandes problemas que tenemos acá en Bolivia es que tenemos candados para el uso adecuado de la biotecnología moderna, una normativa contradictoria entre leyes y la propia Constitución Política del Estado”, dijo Rivadeneira aludiendo a la precariedad regulatoria en el país que implicaría un grado de irresponsabilidad en el manejo de la biotecnología en sus distintas vertientes.

 

En este marco, dijo que en Bolivia se continúa en el debate de la introducción o importación de semillas genéticamente mejoradas con una normativa “estancada y que aunque tengamos investigación desarrollemos innovación; seguimos con las manos atadas”, subrayó.

 

Hizo notar, complementariamente, que en Bolivia solamente se tiene aprobado un evento transgénico que es el de soya resistente al glifosato, y que Brasil, por ejemplo, tiene más de 200; Argentina más de 100 y entre Colombia y Paraguay tienen entre 22 y 48, reiterando el estado disfuncional de la norma al respecto en medio de un debate que ni siquiera a nivel mundial ha logrado hacer desaparecer la incertidumbre alrededor de lo que son principalmente los OGM.

 

Dejó entrever que era urgente dejar de manejar este tema a partir de decretos y consolidar una práctica integral del sector que culmine con la aprobación de políticas públicas que puedan dotar a la biotecnología de un andamiaje seguro y efectivo para su puesta en marcha en Bolivia.

 

BIOTECNOLOGÍA VERDE

 

Alan Bojanic, representante FAO para Colombia, centró su participación en la importancia del desarrollo de la biotecnología verde; principalmente vinculado al momento histórico de recesión que se vive a consecuencia de la pandemia que ha ocasionado serios impactos sobre el desempleo y sobre la economía en general, graficándola como una oportunidad de sostenibilidad para la economía.

 

Destacando la iniciativa del coloquio de reflexionar en torno a la biotecnología y la recesión durante este complejo año, Bojanic dijo que preocupaba, en este marco, la situación de la seguridad alimentaria en el planeta puesto que debido a la crisis las personas han comenzado a consumir menos de lo habitual, no solo por la interrupción de la cadena de abastecimiento, y que veía como probable la extensión de esta situación por lo menos dos años más, instando a tomar medidas en el marco de una economía circular

 

“…las personas han comenzado a consumir menos de lo habitual no solo por la interrupción de la cadena de abastecimiento…”

 



“Es a partir de este marco qué tenemos que analizar el tema de los transgénicos que es una de las tantas actividades de la biotecnología y concretamente de la biotecnología verde, y es importante recalcarlo y enfatizarlo puesto que la biotecnología, incluidos los transgénicos, nos propone respuestas para un montón de otras cosas”, dijo reconociendo, sin embargo, lo polémico que continua siendo el debate de más de 30 años, alrededor de los OGM.

 

“Hay personas a favor y hay detractores que muchas veces ideologizan el tema, convirtiéndolo en un slogan y la verdad es que no se los ha comprendido lo suficiente puesto que los transgénicos no son malos ni buenos en si mismos y depende cómo se los usa, bajo qué normativa, y bajo qué tipo de intereses”, acotó al señalar que pueden ser utilizados para combatir insectos o para aumentar la productividad lamentando que al momento el debate se encuentre solamente por los bordes y altamente sesgado.

 

De esta forma sostuvo que con una debida regulación y con un adecuado nivel de debate, se podría llegar a un buen entendimiento sobre los OGM, trayendo a colación que, por lo demás, en Bolivia se usa transgénicos desde hace mucho tiempo y que el tema de sus efectos sobre la salud también es algo muy discutible y sin pruebas contundentes sobre alteraciones que pudieran provocar en las personas.

 

“Lo que sí se ha evidenciado son algunas alergias y por lo tanto es imprescindible que todo transgénico esté debidamente etiquetado, tanto como lo es el gluten para aquellas personas que son resistentes al mismo”, sugirió, precisando que se trataba de temas totalmente manejables.

 

“Hablando sobre la deforestación y la expansión de la frontera agrícola sobre todo de llamémoslo vía soya, porque es el cultivo qué más se ha expandido, habrá que decir que esta no necesariamente obedece al tema de cultivos transgénicos puesto que la deforestación principalmente tiene cómo motores, por ejemplo, el tema de la ganadería, la apertura de caminos y especulación de tierras”, dijo subrayando que, en su criterio, serían “drivers” con mayor causalidad en esta problemática.

 

“Hay que buscar la verdadera causalidad”, dijo recomendando profundizar el cimiento sobre los impactos de los transgénicos para normarlos de manera eficiente, y acotó que es un “absurdo” continuar regulándolos mediante un Decreto Supremo promulgado hace más de 23 años y que es urgente una actualización al respecto.

 

El tema dejó como corolario la falta de institucionalidad existente en Bolivia alrededor de la biotecnología, aspecto que se visibilizó aun más a partir de la emisión del Decreto Supremo 4232 por parte del Gobierno de Jeanine Añez que autoriza la utilización de semillas genéticamente modificadas y los transgénicos, reavivando el debate y la incertidumbre acerca de los usos adecuados de la biotecnología en el país.

 

“…la atención del gobierno de Evo Morales a los biocombustibles se generó ante la comprobación de problemas de producción de hidrocarburos…”

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