Sin embargo, la CEPAL considera que las inversiones de impacto, son nuevas herramientas para el financiamiento de proyectos sostenibles en la región, destacando los de energías renovables…

 

EDICIÓN 115 | 2022

ENERGÍABolivia

Una vez “satanizados” los combustibles fósiles a excepción del gas, por contaminantes, el reino parece ser de las energías renovables aunque su temporalidad y costo continúan siendo un óbice para que puedan cubrir la totalidad de la demanda energética global.

Con todo, las renovables se muestran exitosas y con mayores posibilidades de ser financiadas, incluso en América Latina y el Caribe, con extraordinarios recursos naturales y potencialidades para las renovables, sin descuidar sus records en materia de combustibles fósiles. En esta línea, la CEPAL indica que hay “inversiones de impacto” para proyectos sostenibles en la región.

“La actual coyuntura de estancamiento de la IED brinda una oportunidad a los Gobiernos para redireccionar la estrategia de atracción de inversiones hacia una más sostenible, aprovechando las potencialidades de sus economías”, destaca la CEPAL en el documento denominado Inversión Extranjera Directa (IED).

ECONOMÍABAJA EN CARBONO

Dice que desde 2011, los anuncios de proyectos de IED en la región han venido contribuyendo a una economía baja en carbono, al contrarrestar las actividades intensivas en carbono, con un crecimiento importante de los anuncios de proyectos en el sector de las energías renovables, a pesar de que en 2021 el impacto negativo de la pandemia, entre otros, se sintió más en los anuncios de inversiones en el sector de las energías renovables que en el sector del carbón, el petróleo y el gas.

“A pesar de esto, se requieren más acciones para enfrentar los desafíos que plantea la crisis climática. Se estima que entre 2016 y 2030 América Latina y el Caribe necesitará invertir aproximadamente 176.000 millones de dólares por año para cumplir con los compromisos voluntarios de reducción de emisiones en el marco del Acuerdo de París, las denominadas contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN) (Herrera, 2017)”, señala el documento.

Agrega que en los casos de Chile, Colombia y Costa Rica, países que se propusieron objetivos de reducción de emisiones ambiciosos en sus CDN, será necesario un aumento importante de inversiones que tengan un efecto directo en el logro de esos objetivos. “Por lo tanto, es esencial aprovechar la oferta de nuevos mecanismos de mercado que puedan proveer de fuentes de financiamiento e inversión verde o de impacto”, remarca.

ESPACIO FISCAL LIMITADO

En este marco, destaca que la pandemia de COVID-19 dejó un espacio fiscal muy limitado en los países de la región y agrega que ello, sumado a la necesidad de enfrentar los riesgos climáticos, ha motivado a Gobiernos y empresas a utilizar nuevos instrumentos de financiamiento mediante deuda para satisfacer sus necesidades.

Recuerda que en diciembre de 2014 una empresa de la región (peruana) emitió en Chile el primer bono verde (ambiental o social), asegurando que los bonos “verdes” ampliaron posteriormente la base de inversionistas hacia aquellos con mandatos especializados en materia ambiental, social y de gobernanza (ASG), categoría que, además de los bonos verdes, incluye los bonos sociales, sostenibles y vinculados a la sostenibilidad (green, social, sustainability and sustainability-linked (GSSS)).

Agrega que desde 2015 hasta abril de 2022, el mercado internacional de deuda con fines de sostenibilidad de América Latina y el Caribe alcanzó los 93.000 millones de dólares (véase el gráfico I) y refiere que, en el mundo, de acuerdo con datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, 2022), el valor total de los instrumentos financieros sostenibles (fondos y bonos sostenibles) ya alcanza los 5,2 billones de dólares.

DE LAS INVERSIONES DE IMPACTO

 

La CEPAL indica que la Global Impact Investing Network (GIIN), define las inversiones de impacto como aquellas que se hacen con la intención de generar impactos sociales y medioambientales positivos, medibles y con rendimiento financiero.

 

“Este mercado incipiente, pero en expansión en América Latina y el Caribe, surge como una alternativa para obtener capital y abordar los retos urgentes de la región en sectores como la agricultura sostenible, las energías renovables, la conservación, la vivienda, los servicios básicos, la sanidad y el microfinanciamiento, entre otros”, destaca.

 

De esta forma remarca que en los últimos años, países como Chile y México han sido muy activos en los mercados de deuda con fines de sostenibilidad, refiriendo que Chile, por ejemplo, fue el primer país del mundo en emitir en 2019 un bono vinculado a la sostenibilidad (sustainability-linked bond (SLB)).

 

“Además de elegir un indicador de desempeño asociado a su contribución determinada a nivel nacional para reducir las emisiones de carbono, por ejemplo, Chile se ha planteado el ambicioso objetivo de que un 60% de la energía consumida en el país provenga de fuentes renovables no convencionales en 2032, precisando que en 2021, el país obtuvo el 27% de esa energía de fuentes renovables no convencionales”, acota.

 

Por lo tanto y frente a la tendencia de los mercados hacia mayores inversiones de impacto, la CEPAL recomienda la armonización de estándares y la creación de taxonomías y marcos normativos relacionados con la sostenibilidad, como lo muestra la experiencia chilena de la Ley Marco de Cambio Climático, así como adaptar los marcos normativos e institucionales actuales a las nuevas condiciones de mercado que demandan mayor transparencia y rendición de cuentas de los distintos agentes y de los públicos relacionados como algo esencial para cumplir con los compromisos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París.

 

“…la CEPAL recomienda la armonización de estándares y la creación de taxonomías y marcos normativos relacionados con la sostenibilidad, como lo muestra la experiencia chilena…”

 

 

“Este mercado incipiente, pero en expansión en América Latina y el Caribe, surge como una alternativa para obtener capital y abordar los retos urgentes de la región…”

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