Una evaluación sobre el estado del sector energético en Bolivia refiere que es necesario contar con una política energética de largo plazo, mientras suben los precios del gas y avanzan las renovables…

EDICIÓN 100 | 2021


ENERGÍABolivia

En 2010 el impacto geopolítico de la nacionalización del gas en Bolivia parecía estar fuera de toda duda. Se llegó a decir que el país comenzaba a tener la “musculatura económica” necesaria para proyectarse como nación en la diplomacia internacional, como se lee en el libro “Hacia una política de la Industrialización del gas natural en Bolivia”, de Christian Inchausti, presidente de YPFB Transporte, durante la gestión de Carlos Villegas.

Aseguraba Inchausti que “la presencia boliviana en la región, mediante otro gasoducto a Argentina, el Urupabol, más la venta potencial de electricidad al Cono Sur abre un escenario de consolidación del país como centro energético del continente”, fortaleciendo el perfil de Bolivia como exportador neto de gas natural no procesado.

¿MÁS COMPETITIVOS?

“…el acceso en Bolivia a la matriz del gas natural, hará que nuestros productores y exportadores sean más competitivos y puedan acceder a los mercados del ALBA, CAN y Mercosur y aprovechar los mecanismos preferenciales de la Unión Europea como el SGP+”, aseguraba Inchausti que, además, hablaba de lograr una combinación inteligente de venta de gas natural, electricidad y productos de la industrialización. La euforia, especialmente del Gobierno, era notable y estaba apoyada por la esperanza de más de la mitad de la población que pensaba que los hidrocarburos podían, finalmente, apoyar la reactivación económica en Bolivia, también por la vía de la industrialización del gas.

Sin embargo y pese a que algunos de sus ministros, como Luis Alberto Sánchez, llegó a decir que teníamos “un mar de gas”; la industrialización del gas no lograba arrancar de acuerdo a las expectativas del Gobierno, mientras que desde el lado de las operadoras transnacionales se continuaba exigiendo una mayor seguridad jurídica para invertir en procesos exploratorios que le permitieran al país consolidar su nivel de reservas para el mercado interno y cumplir sus compromisos de abastecimiento a Brasil y Argentina.

En 2014 el optimismo oficialista alrededor del gas comenzó a presentar algunos reveses que, sin embargo, no fueron asumidos públicamente, pese a permanentes rumores sobre el bajo nivel de las reservas. Algunos expertos señalan que probablemente debido a ello en 2018 el Gobierno se vio forzado a aprobar, sorpresivamente, la Ley 1098, inaugurando la denominada era de los “combustibles verdes”.

En palabras de Sánchez, “la producción de etanol inyectará a la economía boliviana una inversión de 1.600 millones de dólares; de ellos, aproximadamente 950 millones serán destinados a mejorar las variedades de caña, acondicionamiento de tierras, mecanización del agro y mejora en los sistemas de cosecha”.

El presidente de YPFB, de ese entonces, Óscar Barriga, aseguró que con esta medida, “el Estado reducirá la subvención a la importación de combustibles por un monto superior a los 20 millones de dólares solo en el primer año, llegando a un ahorro acumulado de más de 500 millones de dólares”.

En ese momento, el Gobierno no admitió que había problemas a nivel de reservas y hasta el final del mandato de Evo Morales, se reafirmó el perfil principalmente gasífero del país. Sin embargo, ya se sabía que habría problemas para abastecer sus mercados cautivos como Brasil y Argentina.

LA DESREGULARIZACIÓN Y COMPENSACIONES

Brasil planteó la desregulación de los mercados del gas, quitó atribuciones a Petrobras y, ese mismo año, comenzaron a traspasar la gestión de la compra y venta de gas boliviano a los empresarios privados que iniciaron una negociación con Bolivia que ya auguraba reducción de precios, volumen y la suscripción de contratos de mediano y corto plazo; al parecer, nunca más de largo plazo.

Una medida que, si bien podía sacarle las castañas del fuego a YPFB en función a la reducción de volúmenes de gas comprometidos para el mercado externo, no dejaba de señalar que Bolivia no podía ser el “centro energético” de la región y menos pretender que su política hidrocarburífera se convirtiera en instrumento geopolítico.

En un abrir y cerrar de ojos Bolivia había perdido la certidumbre en materia de compra y venta de gas con Brasil. Al momento, a aceptado operar bajo la modalidad impuesta por el vecino país que, si bien siempre tuvo un consumo estacionario de gas, la certeza de un contrato a largo plazo no dejaba de conferir tranquilidad al país. Con Argentina tenía un contrato con precios más atractivos pero siempre mantuvieron una relación compleja a la hora del cumplimiento de pagos por parte de este país.

Paradógicamente, hace unos días Argentina pidió a Bolivia una compensación económica por incumplimiento en los envíos de gas natural de 8 millones de metros cúbicos por día (MMmc/d), de acuerdo al contrato vigente. El cobro tomaría como referencia los actuales precios de exportación que rondan los $us 7 el millón de BTU, de acuerdo a reportes de prensa de El Deber.

El encargado de hacer las declaraciones a nombre del Gobierno argentino, fue el asesor de la Presidencia en temas energéticos, Ariel Kogan, remarcando que Bolivia envió cerca de 6,8 MMmc/d, cuando el mínimo fijado en la adenda contractual vigente marca que debe ser de 8 MMmc/d. ENERGÍABolivia quiso tener una versión oficial al efecto, pero no tuvo respuesta de parte de YPFB.

VISIÓN DE LARGO PLAZO

En este contexto se llevó a cabo la Cena Anual de las Energías 2021, un espacio anual de análisis y encuentro de los actores del sector energético en la ciudad de Santa Cruz donde se extrañó la presencia y la postura del Gobierno sobre temas de la agenda energética del país. El moderador del evento, Julio Silva, Gerente de Cooperación, Sostenibilidad e Innovación en CAINCO dijo, a modo de evaluación, que si Bolivia quiere un cambio en el tema energético, debe tener una visión de largo plazo.

 

En una breve lectura sobre los puntos de vista de los panelistas durante la Cena, Silva dijo que esta ha conseguido convertirse en un espacio anual para tomar la temperatura del ámbito de la energía, remarcando que si Bolivia quiere un cambio en el tema energético, debe tener una visión de largo plazo para que la misma pueda apuntalar el desarrollo del país, desde una política energética construida conjuntamente entre el Estado y el sector privado.

 

“No se puede hacer algo unilateralmente como Gobierno sino como país, ese concepto expuesto en el evento, me pareció interesante pues es algo que nos hace falta en generar”, precisó Silva acotando que esperaba que en algún momento se pueda tener un espacio de definición de la visión que queremos tener y del nuevo destino energético en Bolivia.

 

Por otro lado dijo que para que los costos de energía puedan ser viables, es imprescindible alcanzar una integración entre fuentes renovables y fósiles. “Se necesita una complementación y mientras se pueda hay que hacerlo. No podemos, por ejemplo, apagar los generadores ni las turbinas de gas”, acotó a tiempo de reconocer que, por el momento al menos, la transición es cara, requiere de una adecuada infraestructura y que es importante hacer un trabajo de “inteligencia fina” para lograr un equilibrio a nivel de la matriz energética.

 

Silva no dejó de destacar que actualmente hay una mayor capacidad para financiar proyectos de energías renovables que para apuntalar proyectos en el sector petrolero; recomendando aprovechar esta coyuntura. Agregó que, por otro lado, la demanda obligará a este tipo de complementaciones por la vía de una visión estratégica y recomendó retomar contacto con el sector publico, reiterando que si no hay un acuerdo púbico-privado, no será posible una ecuación energética sostenible.

 

Dijo que la demanda va obligar a lograr una visión estratégica alrededor del tema energético no solo en la región y Bolivia, sino a nivel mundial, reiterando la importancia de un acuerdo público-privado principalmente por el nivel de inversión que supone activar una política energética sostenible. Al final, lamentó que Bolivia no hubiera podido aprovechar la consolidación de mayores reservas de gas para aprovechar la coyuntura actual que ha incrementado el precio de todas las materias primas y del gas en particular. “Hemos desaprovechado esta coyuntura”, subrayó

 

Fue enfático al señalar que si bien las renovables han dejado de ser un “modelo piloto” a nivel global y en Alemania de manera particular; pues son modelos reales para abastecer la demanda energética de manera más sostenible, también es cierto que los combustibles fósiles no han dejado de tener una enorme importancia puesto que las renovables continúan dependiendo de la estacionalidad que afecta la generación permanente.

 

Dijo que la demanda va obligar a lograr una visión estratégica alrededor del tema energético no solo en la región y Bolivia, sino a nivel mundial. Al final, lamentó que Bolivia no hubiera podido aprovechar la consolidación de mayores reservas de gas y aprovechar la coyuntura actual que ha incrementado el precio de todas las materias primas y del gas en particular. “Hemos desaprovechado esta coyuntura”, subrayó.

 

En relación a la ponencia de apertura por parte del experto en temas energéticos, Mauricio Medinaceli, sostuvo que se trató de la presentación de un caso emblemático en Bolivia, como en efecto resulta ser el gasoducto al Brasil, afirmando que el mensaje fue que debería utilizarse el mismo como un modelo de política de Estado con visión de largo plazo que trascendió gobiernos. “Nos dejó el mensaje de que si queremos dar un cambio en tema energético se debería pensar con esa visión de Estado de largo plazo”, afirmó.

 

Silva calificó el espacio promovido por la Cena Anual de las Energías, como importante para intercambiar datos no solo desde ponencias magistrales sino de un intercambio de datos, de información y puntos de vista sobre la realidad energética.

 

“…las renovables han dejado de ser un “modelo piloto” a nivel global…”

 

 

 

“…la demanda va obligar a lograr una visión estratégica alrededor del tema energéticono solo en la región y Bolivia, sino a nivel mundial…”

 

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