Fue la primera nación independiente de América Latina y soporta una larga crisis de combustibles. Se energiza precariamente con leña, en medio de una feroz deforestación y de 58 una crisis política que no tiene fin…

EDICIÓN 96 | 2021


Raúl Serrano

Haití se está cayendo a pedazos. Desde 1492 fue el centro de la dominación española en el denominado Nuevo Mundo; ahí llegó Cristóbal Colón con sus carabelas bendecidas por la Iglesia Católica y le llamó La Española. Luego, en 1804 se convirtió en la primera República Negra del Mundo y la primera nación independiente de América Latina, mucho antes del grito libertario de 1810.

Cuando Colón llegó al paraíso de los tainos (haitianos), estos se convirtieron en la base para la sobre explotación de plantaciones principalmente de azúcar, algodón y café; una vez diezmados, los españoles trajeron esclavos negros del África para continuar apuntalando las plantaciones de azúcar que llegaron a representar la mitad del consumo de Europa. Posteriormente, Francia logró imponer su control militar sobre ésta región, fundando la colonia de Saint Domingue que se convirtió en la más importante de ese momento en el Nuevo Mundo.

Bajo el paraguas de la revolución francesa, se independizaron y Juan Francisco Martínez Peria, dice que esto se tradujo en “un duro golpe al sistema moderno/ colonial (…) y las potencias imperiales, en respuesta, le impusieron al novel estado un cerrado bloqueo cultural, económico y político para que su ejemplo no se expandiera”. En esta línea, hay quienes consideran que probablemente ese sea el “karma” de Haití para que hasta la fecha se mantenga como uno de los países más pobres de la región y confronte permanentes convulsiones de orden político, económico y social.

En el proceso de independizarse de un orden esclavista, Haití soportó varias dictaduras y hasta “emperadores” nativos como Jean-Jacques Dessalines quien, pese a promulgar una nueva Constitución en 1805 con discursos de libertad e igualdad, se autonombró primer emperador de Haití reeditando el mismo modelo agroexportador; sustentado en relaciones esclavistas de la producción y sin resolver, como hasta ahora, los problemas estructurales de ese país.

SU MAYOR RIQUEZA Y SU MUERTE

El reciente asesinato de su presidente Jovenel Moise, pone en foco nuevamente la situación lacerante de Haití: crisis de energía, de agua, deforestación salvaje, crisis política sin gobierno establecido; ciudades sitiadas, pobreza extrema y violencia callejera, dan cuenta de un país insolvente desde su nacimiento solamente que, ahora, al calor de la pandemia, se está cayendo a pedazos.

En esta especie de tierra de nadie, su mayor riqueza natural proviene del carbón de leña que genera un negocio de millones de dólares, se mueve entre las sombras y es el causante de una deforestación salvaje que ronda el 90% de su territorio. Este negocio implica el consumo anual de 50 millones de árboles, equivalentes a 4.3 millones de toneladas de madera, según la CEPAL.

El periódico La Patria de Panamá refiere que “el negocio del carbón generó US$300 millones en el año 2012 según la Oficina de Minas y Energía. Es dinero que cambia de manos sin que se le pueda poner un nombre y una cara a quienes se embolsan la suma colosal”, y asegura que este transcurre en medio de una “opacidad total.”

Este mismo medio señala que el negocio del carbón vegetal se da “en ausencia total de una política forestal, falta de guardias forestales (además mal pagados y mal equipados)”, destacando que, en estas condiciones de extrema explotación, este recurso tiene, a su vez, un uso irrestricto por parte de la gran mayoría de la población.

El carbón de madera vegetal es, por tanto, el energético más importante de Haití y el recurso que mueve millones en medio de las sombras y, por otro lado, la causa más importante de contaminación y de la deforestación monumental que soporta este país.

SUMINISTRO DE PETRÓLEO

Sin embargo, la demanda de petróleo no puede faltar. Antes de la muerte de Moise, la escasez de combustibles agudizó los conflictos y el descontento social frente a un régimen político que, desde 1804 se ha mantenido en los linderos de la ineficiencia para construir país y aquejado por permanentes actos de corrupción en el manejo de la administración pública.

Según un estudio del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), de Haití, la situación de crisis política se ha profundizado desde 2019 por la falta de abastecimiento de combustible, a partir de la suspensión del suministro de petróleo de Venezuela desde octubre de 2017.

El estudio refiere que la provisión, que cubría las 3⁄4 partes de la factura petrolera, registra un último envío en abril de 2018, agregando que a través del Acuerdo Petrocaribe, Haití recibió en condiciones preferenciales, un promedio 12.9 mil barriles de petróleo de PDVSA entre 2008 y 2016.

Entre 2009 y 2018, las importaciones de hidrocarburos representaron el 88.8% y el 9.3% del PIB. Asumir el precio del petróleo en el mercado internacional ha implicado una mayor restricción de balanza de pagos, por el aumento de la factura de 31.8% en 2017 y de 26.8% en 2018; en una tendencia que se mantiene, con el aumento de 18.2% de la factura en los tres primeros trimestres del año fiscal 2019, respecto a igual periodo del 2018, aun cuando el volumen importado ha disminuido16.5%”, (ver gráfico 1).

Por el momento, dice la fuente, sólo se sabe que el aumento de la factura petrolera ha impactado en las finanzas públicas, con un aumento de 324% de la deuda del gobierno central con el sistema bancario, en 2018; y, también en una mayor depreciación del gourde frente al dólar, estimado en 34.3% interanual en septiembre de 2019.

“El precio de los combustibles en Haití es uno de los más bajos de la región”, acota y agrega que el mismo se ha mantenido congelado desde el terremoto de 2010, lo que implica subsidiar el diferencial de precio.

Asimismo, sostiene que el costo de la subvención a los combustibles asciende a cerca de 7,000 millones de gourdes por mes US$ 75.9 millones y que el déficit de generación es de más de US$200 millones al año.

“El subsidio aumenta tanto por el incremento en el precio internacional de los combustibles, como por el efecto de la depreciación del gourde -los combustibles se compran en dólares y se venden en gourde en el mercado local”, dice estimando que si las empresas petroleras no reciben el pago correspondiente al subsidio, pierden cerca del 20% del costo de importación. Este informe, no ha podido ser actualizado al momento de la muerte de Moise, aunque analistas sostienen que no hay grandes variaciones en este tema al momento.

FRAGILIDAD ECONÓMICA

La CEPAL considera que la República de Haití presenta un singular desafío por los elementos atípicos que suele arrojar tanto con respecto a la propia región latinoamericana, como con relación a otras economías en vías de desarrollo. “Es la única nación del hemisferio occidental catalogada como país menos desarrollado (LDC, por sus siglas en inglés), y a lo largo de las últimas tres décadas los modestos progresos en algunos indicadores socioeconómicos han resultado insuficientes para perfilar un cambio sostenido capaz de revertir una extrema fragilidad social y económica”, precisa.

Agrega que la incidencia de la pobreza rebasa el 75% de la población; destacando que el coeficiente de Gini es de 0,65,mientras el índice de desarrollo humano (0,456) coloca al país en la posición 161 de 187 países para los que se disponen de datos comparables, y muy por debajo del promedio regional de América Latina y el Caribe (0,741). El 58% de los hogares está en situación de pobreza, de los cuales 49% en extrema pobreza, antes de la pandemia COVID-19.

Además de reportar indicadores sociales sumamente deprimidos en términos de acceso de la población a servicios de educación y salud, afirma que el país se caracteriza también por una economía con poco crecimiento el PIB aumentó anualmente apenas 0,5% en promedio durante los últimos 20 años, mientras que el PIB per cápita solamente lo hizo en 1,3%, inferior a la tasa demográfica anual (1,6%) bajo un patrón en el cual, por una parte, la ayuda externa multilateral y bilateral y, por otra, las remesas internacionales han desempeñado un papel preponderante, refiriendo que el 20% de los hogares reciben remesas.

“…el aumento de la factura petrolera ha impactado en las finanzas públicas, con un aumento de 324% de la deuda del gobierno…”

La CEPAL aun considera que en Haití “habrá que construir una agenda nacional colectiva, de consensos mínimos, capaz de acompañar las medidas de política económica y social garantes de una nación de mayor igualdad y forjadora de utopías.” Por el momento, la crisis está golpeando de manera implacable a esta parte de la región caribeña y latinoamericana que fue la primera en creer que la independencia era posible. Por el momento es, solamente, la ruta marítima por excelencia entre Estados Unidos y Venezuela.

El asesinato de Jovenal Moise, calificado como un presidente “ilegítimo” y con “rasgos autoritarios”, debido a las condiciones de su elección que contó apenas con un 15% de participación, ha dejado al país con alrededor de 6 millones de personas padeciendo hambruna severa, aproximadamente al 70 por ciento de la población activa sin trabajo y con un contundente vacío de poder que recoloca la agudización de la crisis política y la inestabilidad no solo en Haití. Se piensa que debido a la renovación de la industria de la violencia, vía la “institucionalización de los mercenarios”, para resolver crisis políticas y económicas; la región entera ha comenzado a potenciar su situación de crisis.

…el costo de la subvención a los combustibles asciende a cerca de 7,000 millones de gourdes por mes…”

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