Acuíferos con cada vez menos agua, ausencia de reutilización efectiva y contaminación, son parte de la cadena de una gestión complicada que persiste pese a la denominada “Guerra del Agua”…

 

EDICIÓN 110 | 2022

Raúl Serrano

La gestión del agua en Cochabamba es compleja y difícil. La estructuración de la ciudad de Cochabamba implica, intrínsecamente, una desigualdad ecológica importante. Por otro lado, la falta de visión holística de la gestión del agua implica que tales desigualdades se acentúen y que no se tomen en cuenta aspectos básicos para un cuidado del ciclo del agua.

 

El texto “La gestión del agua como bien común en el municipio de Cochabamba (Bolivia) a 19 años de la guerra del agua”, de Anna Ramoneda Martí, reabre secuelas que no se han cerrado totalmente en una ciudad tradicionalmente vinculada al consumo del agua.

 

UNA DESCENTRALIZACIÓN MAL HECHA

 

Ramoneda Martí dice, además, que “una descentralización de la gestión del líquido mal hecha implica que cada zona puede adoptar decisiones (de consumo o de gestión del recurso) sin tener en cuenta las consecuencias de tal acción en el resto de la ciudad o zonas. Así, los acuíferos cada vez tienen menos agua, el agua restante cada vez está más contaminada y no existe una reutilización efectiva del agua usada”.

 

A más de 20 años de la Guerra del Agua, el documento termina afirmando que la gestión del agua se encuentra casi en la misma situación que estaba antes de la Guerra. “Por lo tanto, en su forma práctica, la gestión actual del agua en Bolivia queda lejos de la idea de bien común aquí expuesta. Esto en gran medida se explica por una pérdida de influencia del movimiento el agua hacia los poderes públicos que toman las decisiones”, señala en lo que se traduce sobre todo en una dura crítica a la cooptación por parte del MAS de los distintos movimientos sociales y sus líderes, entre ellos del movimiento nacional que se creó alrededor del agua.

 

Reconoce que, por un lado, la movilización de la población fue perdiendo fuerza a medida que avanzaba el tiempo; dejando entrever que, probablemente debido a gestiones municipales erráticas, Cochabamba no ha logrado resolver el uso de recursos públicos con formas de gestión social y comunitaria para satisfacer una necesidad común.

 

 

DEL MAS

 

“El MAS, el “gobierno de los movimientos sociales”, atrajo al movimiento nacional del agua (Crespo, 2010: 52). Así, muchos de sus líderes pasaron a formar parte del aparato estatal, con la consecuente eliminación de la posibilidad de tener una visión crítica hacia las decisiones que se tomaban desde el poder político. Este hecho supuso una desmovilización y pérdida de poder del movimiento, dificultando su capacidad autónoma y legitimando políticas gubernamentales que no favorecían las demandas iniciales del movimiento”, dice agregando que, de esta forma, se desarticuló la presión de la sociedad civil hacia el poder político y la capacidad de influencia de la población hacia aquellos que toman las decisiones respecto a la gestión del agua.

 

Por el momento, el texto de Ramoneda Martí deja al descubierto que pese a que la Guerra del Agua acentuó la conciencia sobre la gestión del agua, al momento muchas de las propuestas han quedado en el papel mientras “la dimensión ecológica tiene un largo recorrido y genera enormes desigualdades las cuales al día de hoy no han disminuido”.

 

LA VULNERABILIDAD DEL SUR

 

Asimismo, remarca que por lo menos al 2019, la mayoría de los habitantes de la zona sur viven en condiciones de gran vulnerabilidad por la falta de servicios básicos. “Tal vulnerabilidad queda acrecentada debido a la alta concentración de factores contaminantes que se encuentran en el área; la mayoría de fuentes de contaminación de la ciudad están en el sur: la planta municipal de tratamiento de aguas servidas, el botadero municipal, etc.”, destaca asegurando que todas estas fuentes de contaminación representan un riesgo enorme para la salud de la población, en gran medida debido a que contaminan las aguas subterráneas de la zona, prácticamente única fuente de agua de los pobladores del lugar.

 

“El resultado es una diferencia de 20 años en esperanza de vida entre los barrios del norte y el sur de la ciudad: mientras que en los distritos 10, 11 y 12 la esperanza de vida actual es de unos 70 años, en los distritos 7, 8, 9 y 14 la esperanza de vida es de unos 50”, dice subrayando que este hecho supone una desigualdad ambiental estructural que marca la vida y muerte de las personas dependiendo de su lugar de residencia.

 

“…muchos de los pozos se secan o las profundidades son extremadamente altas para conseguir agua”

 

 

No deja de remarcar que, por parte de los diversos actores encargados de ofrecer el servicio de agua para consumo humano a la ciudad, se dan otros problemas de carácter ambiental. “Por un lado, SEMAPA utiliza de forma correcta sus fuentes de suministro pero no hace una buena gestión del agua usada: solo el 56% de las aguas residuales se tratan correctamente (…)La razón de ello, es que existe tan solo una planta de tratamiento (Albarrancho) y ésta no tiene suficiente capacidad, además de no contar con un buen mantenimiento.”

 

 

Afirma que gran parte del agua que llega a la planta de tratamiento se deja ir al río Rocha contaminada. Por otro lado, hace notar que las OLPES no disponen de un control y fiscalización global: no tienen una visión y organización determinada para todas ellas en su conjunto que deberían aportar los poderes públicos, por lo que se produce una desaparición de las aguas subterráneas y de contaminación de estas, actualizando el drama del agua en una de las ciudades más importantes del país.

 

“En el fondo el drama es que casi dos terceras partes de la población se abastece de agua subterránea en el área metropolitana. […] La expansión de la mancha urbana lo que ha hecho es impermeabilizar el acuífero. […] Prácticamente de las 40.000 hectáreas del acuífero, casi 20.000 ya están impermeabilizadas. […] Entonces, muchos de los pozos se secan o las profundidades son extremadamente altas para conseguir agua. La situación es compleja, es complicada”, destaca el documento en base a criterios de Carmen Ledo.

 

Por otro lado, remarca que el alcantarillado no cubre toda el área, por lo que muchas casas tienen pozos sépticos mal sellados o, simplemente, tiran el agua usada directamente a la calle; cosa que contamina directamente los acuíferos que ellos mismos utilizan para conseguir el agua.

 

…gran parte del agua que llega a la planta de tratamiento se deja ir al río Rocha contaminada”

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