Se prevé que América Latina y el Caribe alcanzará un crecimiento del 6,2% en 2021 y registrará una desaceleración en 2022. A los problemas estructurales, agravados por la crisis, se han ido agregando, en la segunda mitad de 2021, desafíos crecientes desde el punto de vista macroeconómico, además de otros riesgos que condicionarán el desempeño de los países el próximo año y más adelante. Este análisis fue previo a la guerra entre Rusia y Ucrania que agregará nuevos desafíos…

EDICIÓN 104 | 2022

ENERGÍABolivia

El crecimiento casi nulo que América Latina y el Caribe exhibía antes de la crisis (un 0,3% en el sexenioterminado en 2019), unido a la fuerte contracción de 2020 (-6,8%) como resultado de la crisis del COVID-19, exacerbó aún más los problemas estructurales que la región ya venía registrando: baja inversión y productividad, informalidad, desocupación, escasa cobertura de los sistemas de protección social y salud, y altos niveles de desigualdad y pobreza, destaca una reciente investigación de la CEPAL denominada Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2021.

Sostiene que a estos problemas estructurales, agravados por la crisis, se han ido agregando en la segunda mitad de 2021 crecientes incertidumbres macroeconómicas debido a la dinámica inflacionaria, tanto en los países de la región como en las economías desarrolladas. Además, señala que los países de América Latina y el Caribe están enfrentando un menor espacio fiscal y un aumento de la deuda soberana.

“La dinámica inflacionaria y de la deuda pública condicionarán las políticas macroeconómicas de los países en los próximos años. Por ello, en un contexto de baja trayectoria del crecimiento esperado, será fundamental que las políticas macroeconómicas busquen conciliar un mayor dinamismo del crecimiento económico con objetivos de estabilidad de los precios internos y estabilidad cambiaria y financiera. Para eso es necesario mantener políticas fiscales y monetarias procrecimiento y utilizar instrumentos monetarios, cambiarios y macroprudenciales para avanzar en la estabilización nominal de las economías”, sostiene.

SE PREVÉ QUE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE ALCANZARÁ UN CRECIMIENTO DEL 6,2% EN 2021 Y REGISTRARÁ UNA DESACELERACIÓN EN 2022

Agrega que la dinámica de crecimiento de la región durante 2021 resultó mayor a la esperada a inicios de año, remarcando que la evolución todavía favorable del contexto internacional tanto en lo que respecta a las condiciones financieras como a los precios de los productos básicos y las corrientes de comercio mundial, unida al aumento de la movilidad en los países y al avance en los procesos de vacunación, ha redundado en un aumento de las perspectivas de crecimiento para el año en curso.

En este marco, la CEPAL proyecta un crecimiento del 6,2% para la región y espera que el crecimiento sea del 6,4% en América del Sur, del 6,0% en Centroamérica y México, y del 1,2% en el Caribe (sin incluir Guyana) (véase el gráfico VIII.1).

Sin embargo, hace notar que a diferencia de la tendencia general de la región en 2021 los cuellos de botella en las cadenas de suministro han afectado, en una magnitud mayor a la prevista, la producción manufacturera de los países que cuentan con importantes centros de fabricación, como el Brasil y México. “Esto explica, en buena medida, las revisiones a la baja en el crecimiento que se observan en estos dos países”, dice.

En relación a las perspectivas de crecimiento de la región para 2022 indica que han sido revisadas a la baja. Agrega que la CEPAL proyecta ahora una tasa de crecimiento del 2,1% para América Latina y el Caribe, precisando que América del Sur crecería un 1,4%, mientras que Centroamérica y México crecerían un 3,3%, y el Caribe (sin incluir Guyana) crecería un 6,1% (véase el gráfico VIII.2).

Desde el punto de vista de la composición de la demanda agregada, la recuperación proyectada descansará principalmente sobre el componente interno, dado que se prevé que el aporte del sector externo al crecimiento del PIB no sea significativo (véase el gráfico VIII.3).

“Tras los fuertes retrocesos de 2020, todos los componentes de la demanda interna repuntarán de forma muy pronunciada este año. En 2021, el consumo privado se habría desacelerado a partir del tercer trimestre, tras el fuerte incremento del primer semestre. El ritmo de crecimiento de este agregado seguiría atenuándose en la parte final del año como consecuencia de la presión que produce el actual repunte inflacionario sobre las rentas de los hogares”, destaca.

Hace notar que la disminución de las tasas de crecimiento del consumo se intensificará desde el inicio del próximo año, en un contexto en el que la recuperación del mercado de trabajo ha sido poco dinámica y el aumento de la inflación impactará en la renta disponible y el gasto de los hogares. “A ello se agrega la incertidumbre sobre la situación sanitaria que aún persistirá en 2022. No obstante, la contribución del consumo seguirá siendo la principal dentro del gasto”, anota.

INVERSIÓN HETEROGÉNEA

Así mismo, precisa que la evolución de la inversión será heterogénea por sector de actividad en función del impacto diferenciado de la crisis sobre cada uno de ellos y de los posibles cambios permanentes en la demanda de los distintos bienes y servicios.

Dice que en lo que respecta al intercambio comercial, la interrupción del comercio de bienes que pudo observarse tras la llegada de la pandemia tuvo un carácter transitorio, sobre todo en el segundo trimestre de 2020. Sostiene que las limitaciones al movimiento de las personas, por el contrario, han sido más permanentes y han tenido un impacto duradero sobre los flujos turísticos.

En el horizonte de proyección, anticipa un repunte de las exportaciones de bienes, mayor en 2021, dado el bajo nivel de comparación, y menor en 2022. Por su parte, adelanta que las importaciones se recuperarán de la mano del incremento del consumo y la inversión.

DESAFÍOS MACROECONÓMICOS CRECIENTES

El documento es incisivo al señalar que a los problemas estructurales, agravados por la crisis, se han ido agregando, en la segunda mitad de 2021, desafíos crecientes desde el punto de vista macroeconómico, además de otros riesgos que condicionarán el desempeño de los países este 2022 y más adelante

“La menor tasa de crecimiento proyectada para 2022 se explica por varios factores que afectarán a la baja el desempeño de los países el próximo año. Desde el punto de vista del contexto internacional en que está inmersa la región, para 2022 se espera un menor crecimiento mundial y, con ello, una demanda externa menos dinámica y un menor crecimiento del comercio mundial. Además, se espera que los precios de los productos básicos permanezcan estables o sean incluso algo más bajos que en 2021”, subraya.

Agrega que si bien hasta el momento las condiciones financieras internacionales continúan siendo favorables, es sabido que el eventual retiro de los estímulos monetarios por parte de los principales bancos centrales tendría efectos sobre los mercados emergentes, incluida América Latina y el Caribe. “Cuán agudos sean esos efectos, en tanto, dependerá de la gradualidad con que se lleve a cabo la transición hacia una política monetaria más restrictiva por parte de los Estados Unidos y de cómo ello afecte los mercados financieros mundiales y el costo de financiamiento para la región”, dice.

Afirma que desde el punto de vista de las políticas macroeconómicas en los países de la región, 2022 también se presenta con desafíos crecientes, en tanto el espacio monetario y fiscal con que los países cuentan para apuntalar la reactivación de la actividad económica se ha visto reducido. Sostiene que la inflación ha sido más alta y menos transitoria de lo que se esperaba algunos meses atrás y esto ha hecho que los bancos centrales de varios países de la región ya hayan comenzado a implementar una política de suba de tasas de interés de forma de anclar las expectativas inflacionarias cerca de sus objetivos.

“Desde el punto de vista fiscal, varios países ya han aprobado presupuestos más restrictivos que buscan reducir los déficits fiscales y estabilizar los coeficientes de deuda que se vieron considerablemente aumentados en 2020”, acota. Destaca que por último está la incertidumbre asociada a la propia evolución de la pandemia y la posibilidad de que la aparición de nuevas variantes como la ómicron desemboque en nuevas restricciones a la movilidad más o menos generalizadas. “Esto tendría impactos dañinos sobre la actividad económica que no pueden descartarse”, como adelantando afectaciones que se irán integrando a partir de la guerra entre Rusia y Ucrania.

Con todo, precisa que con las tasas de crecimiento proyectadas para 2021 y 2022, menos de la mitad de los países de la región habrán logrado recuperar los niveles de actividad de 2019, previo a la crisis. Remarca que en 2021, 11 países lograrán recuperar esos niveles, mientras que en 2022 se agregarían otros 3 países con lo que se alcanzaría un total de 14 países de los 33 que conforman la región (véase el gráfico VIII.4).

Lo mencionado implica que hacia fines de 2022, casi tres años después de comenzada la pandemia, más de la mitad de los países de la región no habrán logrado recuperar los niveles de PIB de 2019. En este sentido, la pandemia ha infligido un daño duradero al crecimiento de las economías de gran parte de América Latina y el Caribe, con lo que se han agravado los problemas estructurales que ya caracterizaban a la región antes de la crisis”, concluye.

“…esto ha hecho que los bancos centrales de varios países de la región ya hayan comenzado a implementar una política de suba de tasas de interés de forma de anclar las expectativas inflacionarias…”

Facebook
Twitter
LinkedIn
Energía Bolivia

FREE
VIEW